Crónica de festivales: FIB. domingo 21-07-2019


Sundown Wolves. Foto: Adrián Morote

Última jornada del festival, las fuerzas empezaban a flaquear, lo que se tradujo en una llegada al recinto un poco más tarde de lo previsto, aunque eso sí, con las ganas intactas de ver en concierto a algunas bandas que todavía no había tenido la oportunidad de ver en directo. Llegué justo cuando Sundown Wolves tocaban precisamente el último tema y lamenté no haber llegado unos minutos antes. Y es que, al menos durante este último tema, el dúo madrileño se mostró enérgico sobre el escenario, practicando ese tipo de rock cargado de reverb del que solamente pueden emanar buenas vibraciones. Nuestro próximo destino recayó sobre el escenario Carrefour, donde el trío femenino Cariño encaraba ya la recta final de su concierto, con un sonido heredero de bandas nacionales tales como Juniper Moon, Nosoträsh, Los Fresones Rebeldes o incluso La Casa Azul. Su tema “Bisexual” generó un ambiente de lo más festivo entre un público que no paraba de bailar y corear aquello de “Me gustan las chicas, ¿cómo pudo pasar?”. A una le cuesta conectar con ese tipo de melodías de corte más naif, ahora bien, lo que no puede negarse es que fue un concierto en el que se destiló frescura y diversión por igual.

Cherry Glazzer. Foto: Pau Bellido

Cherry Glazerr era una de nuestras grandes apuestas del día. En el escenario principal nos encontramos a la guitarrista y voz del grupo, con un aspecto casi infantil que se rompe totalmente cuando empieza el show y comienza a entonar unas letras cínicas tocando furiosamente la guitarra. El grupo sonó de diez y supieron ocupar bien Las Palmas pese a que a esas horas aún no estaba del todo lleno.

Pasamos a Cupido tras descansar unos 15 minutos porque ahora empezaba el bailoteo. Cupido es un grupo curioso, la unión de la banda Solo Astra con la voz autotuneada de Pimp Flaco. El glutamato de Cupido va más allá de su extraña unión; han conseguido crearse un nombre con la salida de su primer trabajo, un disco muy millennial —millennial de verdad, no como algunos medios adjetivan a todos los grupos actuales— al hablar de precariedad, referencias a los Simpsons, Instagram y Whatsapp como medios de cortejo. El Thunder Bitch estaba llenísimo cuando Pimp Flaco apareció descalzo y ¿disfrazado? de boxeador para ir recorriendo todas las canciones de su único disco. Se desató el caos cuando Kinder Malo, trapero y hermano de Pimp Flaco, salió a acompañarlo en “Laberinto de Amor” y “A veces”. Tras el fin, fuimos corriendo al escenario Carrefour a ver otra de las maravillas de la noche.

Ezra Furman. Foto: Jota Martinez

Mucho tiempo llevaba deseando ver a Ezra Furman en concierto, un designio cumplido ya por fin en el FIB. “Restless Year” fue la encargada de abrir el concierto, con un andrógino Ezra ataviado con un vestido floral y una banda enfundada en unos monos de trabajo azul claro. Por el setlist no solamente se prodigaron sus temas más recientes “I wanna be your girlfriend” y “Calm down aka I should not be alone”, sino que además nos brindó dos adelantos del nuevo álbum que está por venir: “Thermometer” y “Rated R Crusaders”. Maravilloso este artista en directo, que se convierte en actor de sus propias canciones modulando su particular voz, y así una puede encontrarse con un Ezra sosegado inmerso en su propio universo y repentinamente encontrarse con un arrebato punk a base de rasguños de guitarra y berridos varios. Un gustazo ver la fuerza interpretativa y el rock’n’roll de Ezra Furman en directo.

Franz Ferdinand. Foto: Pau Bellido

Solapando unos veinte minutos de concierto a escasos metros, Franz Ferdinand comenzaba el concierto del verdadero cabeza de cartel de la noche. Pese a haber escuchado millones de veces sus discos, jamás los había visto en directo. Alex Kapranos, el frontman del grupo, es un divo de los que te encandila ver cantar y tocar, que ocupa él solo cualquier espacio donde le pongan. En primera fila, dándolo todo contra las vallas, acompañados de un fan especial como Alfredo Duro ataviado de una gorra para evitar que lo reconocieran, cantamos los hits más conocidos de la banda que han sido la BSO de cientos de viajes de carretera. Dejaron el nivel muy alto tras su actuación, pero Vetusta Morla, uno de los nombres más criticados del cartel de este año, venían con su espectáculo especial “Un día en el mundo”. Solo quedamos los españoles para cantar “Copenhage”, “La Marea” o “Sálvese quien pueda”. Sigue erizándome el vello al recordar cuando todos mis amigos y amigas nos abrazamos mientras sonaban esas canciones que nos habían acompañado en nuestros inicios del indie-rock más de diez años atrás. Fue un concierto emotivo y bonito, sin caer en hablar de aspectos técnicos que desconozco, lleno de momentos casi lacrimógenos.

Vetusta Morla. Foto: Pau Bellido

Y mientras Vetusta Morla hipnotizaban a sus seguidores con la segunda parte de su concierto, en el escenario Carrefour hacían una pequeña prueba de sonido Black Lips, versioneando el “Rumble” de Link Wray, para volver a salir 5 minutos después esta vez ya sí para para ofrecer su show. Ver a los Black Lips era otro de mis propósitos para la jornada dominical, nunca les había visto y habían sido ya varios amigos los que me habían hablado de las locuras a las que acostumbraba esta banda estadounidense en directo. No hacía justicia el público allí presente a esta mítica banda, éramos pocos, muy pocos, pero ávidos por disfrutar de un rock garagero en estado puro. Porque eso fue precisamente el concierto, dosis eléctricas de sonidos garageros acompañados por las disonancias acústicas del saxo de la magnética Zumi Rosow. “Family Tree”, “Crystal Night” o el “O Katrina” fueron algunos de los temas que sonaron esa noche, intercalándose las voces de Cole Alexander y Jared Swilley. Con una potente estética rockabilly, y una botella de JB que circulaba a golpe de trago entre la banda, Black Lips se mostraron más moderados en actitud, ahora bien, su sonido sigue atrapando sin escapatoria a todos los amantes del género.

Hot Dub Time Machine fue el DJ que puso fin al FIB 2019. Un recorrido musical de un minuto por año, pasando décadas de música hasta llegar a 2019. Fue posiblemente el mejor cierre, poco arriesgado pero suficiente para que las cansadas piernas respondieran y durante una hora bailáramos hasta morir. Llegó el momento, el esperado vals, donde nos buscábamos unos a otros para intentar danzar sin pisarnos, emocionados al despedirnos ahora sí, de nuestro querido FIB y de amistades que no volvería a ver hasta el año que viene. La magia del FIB comenzaba a disiparse cuando la mítica cuerda del cierre despejaba el escenario principal.

Texto: Adriana Delgado @cubobinski y 
Patricia Alambiaga @pat_alambiaga

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