Deleste Festival congrega a 7.000 asistentes en su decimotercera edición


Foto: Maria Carbonell

Estábamos expectantes ante una nueva edición –13ª ya, ahí es nada– de Deleste Festival. Y una vez más, los resultados han estado a la altura de las expectativas, dejando a los asistentes un estupendo sabor de boca (y mejor regusto en los oídos). Y a los artistas, encantados con el maravilloso público de un festival que se ha convertido ya en una cita obligada.

El viernes 16 de mayo el festival arrancaba bajo un sol radiante, y los más tempraneros en acudir a esa cita con Deleste Festival encontraron la mejor loción posible con MEdj, todo clase a las mezclas y una anfitriona de cuidado. También desde la cabina nos sorprendería Amadeu Sanchis, tan acertado en su repaso a la historia de la música a los platos.

Aunque para sorpresas, y gratas, los primeros directos. Para comenzar, el folclore 2.0 de Faixa, que jugaban en casa y demostraron con creces que lo suyo, y más arropados por esos visuales, tiene muchas alegría que depararnos. Y después, toda una revelación, Anna of the North. La noruega Anna Loterudd, se metió al público en el bolsillo gracias a la calidez –pese a su procedencia– de su propuesta: canciones synth-pop con melodías adictivas y beats elegantes, incluyendo una versión de lo más inspirada de aquel «Nothing Compares 2 U» que inmortalizara Sinéad O’Connor.

El toque soul llegaría de la mano de Yellow Days. Claro que ese soul a la manera tan particular que tiene el genio de George van den Broek de entender el género. Desde la delicadeza inicial hasta terminar el show descamisado, todo en su show fue un crescendo continuo. Así cualquiera pintaría sus días de amarillo.

Y tras el británico, llegaría el plato fuerte del día: Kruder & Dorfmeister. Los austriacos no han perdido ni un ápice de aquel toque cool que hicieron míticas sus sesiones y sus remezclas a finales de los 90 y principios de los dosmiles, y convirtieron la primera noche de este Deleste Festival en una pista de baile donde no dudaríamos quedarnos a vivir. Y sí, no fue fruto de la imaginación: «Love Is In The Air» también sonó en su live show.

El sábado comenzaría de lo más temprano, para sacudirnos la resaca de emociones que nos había deparado el viernes. Para ello, nos encomendamos a la sensibilidad de Ana Zomeño, cantautora de sensibilidad exquisita y una de las voces más prometedoras de la escena valenciana, en el patio interior del Museo de Bellas Artes de València. Vaya manera de abrir la segunda jornada, increíble.

Ya en el recinto de los Jardines de Viveros nos esperaba Haya Pazz, que recibió los vítores de aquellos que corrían ya a hacerse con su sitio en el festival como si fuera toda una rock and roll star. Actitud, dentro y fuera del escenario, que nunca falte. La misma actitud sobre las tablas que poseen Mr Sanchez, banda local que congregó a un público tan fiel como entregado a su contundente repertorio.

Madera de estrellas también tienen, y mucha, los británicos Deadletter. Llegaban a este Deleste Festival con el hype a sus espaldas, gracias a las comparaciones con fenómenos recientes como Fontaines D.C. Y vaya sí no defraudaron. Gran parte de la culpa, más allá de unas canciones como flechas y una solvencia en escena de aúpa, la tiene, por supuestísimo, su frontman: un Zack Lawrence que ha nacido para el rocanrol.

Tras la tempestad, la calma. Unos veteranos tan ilustres Teenage Fanclub saben bien como jugar sus cartas. Y la baraja de naipes que desplegaron ante nuestros ojos y nuestros oídos, además, ya la quisieran muchos: ese aluvión de canciones inmensas, imperecederas, que nos acompañarán ayer, hoy y siempre. Educación melo-sentimental, clase A: infalibles, cercanos y genios del directo. ¿Qué más se le puede pedir a un concierto?

Otros que juegan en otra liga son The Vaccines, y también, ojo, tienen himnos para dar y repartir. Y Justin Young, sin duda, es de otro planeta, un alien de lo más seductor que abdujo a miles de personas durante su show, uno de esos conciertos que pasan ya inmediatamente a formar parte de la historia escrita en oro de Deleste Festival.

Historia es también Toxicosmos Dj, uno de esos pinchadiscos con el oficio de los de antes, más un gurú que un simple dj. Se dice, se cuenta, que no hay mejor selector musical en toda Valencia. Subiríamos la apuesta y no dudaríamos en afirmar que quizás en toda España.

El broche final a dos jornadas de órdago lo pondría otro veterano curtido en mil batallas: Death In Vegas. Tres décadas lleva el británico en activo, y nadie lo diría. Sigue tan hipnótico como siempre, y más con ese directo suyo teñido de oscuridad y tonos rojos. Otro color más que sumar al arcoíris del Deleste Festival.

Y la enésima prueba fehaciente de que Deleste Festival es, insistimos, #mesqueunfestival. Un festival que, recordemos, no sería posible sin el apoyo de Cervezas Alhambra, especialistas en crear esos espacios que invitan a detenerse, observar y deleitarse sin prisa para ser capaces de sentir lo imperceptible y saborear la originalidad de cada instante. Una filosofía que encaja a la perfección con la esencia del festival y su apuesta por una experiencia musical auténtica.

Como tampoco sería posible sin la inestimable colaboración del Ayuntamiento de Valencia, Área de Igualdad de la Diputación de Valencia, Turismo de Valencia, Visit Valencia, Generalitat Valenciana, Instituto Valenciano de Cultura, Las Naves, EMT, CALCSICOVA y el Museo de Bellas Artes de Valencia. Pero sobre todo sin todos vosotros: bandas, djs y, cómo no, público que lográis, primavera tras primavera, edición tras edición, que Deleste Festival sea toda una experiencia.

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