Crítica de discos – The Smashing Pumpkins @SmashingPumpkin – Monumens To An Elegy


The Smashing Pumpkins

Monuments To An Elegy

Martha’s Music 2014

Monuments_to_an_Elegy_album_cover_from_Smashing_Pumpkins

 

 

¿De verdad todavía se le puede llamar a esto The Smashing Pumpkins? Si se puede aceptar que hoy en día son la franquicia personal de Billy Corgan, hay que reconocer que esta da señales de reanimación tras el desafortunado mazacote de Tarantula (2007), en el que solo contaba con Jimmy Chamberlin de la formación original (James Iha y D’Arcy Wretzky ya se habían marchado antes). Embarcado desde 2009 en su proyecto Teargarden Of Kaleidyscope (44 canciones repartidas en varios EP y discos de larga duración); la recuperación no se acabó de concretar en Oceania (2012), todavía demasiado largo, pero sí parece hacerlo en este Monuments To An Elegy, en el que ha contado con Jeff Schroeder como guitarra rítmica y con el ex Motley Crüe Tommy Lee colaborando en la grabación de las baterías.

La introducción de Tiberius cuenta con una de sus mejores aperturas, órgano estremecedor al principio y guitarras metaleras que no extenúan, quizás porque con los años Corgan ha aprendido a moderar el minutaje de sus canciones, haciéndolas menos pesadas. Fan declarado de grupos como Pantera, cualquiera que busque a los Smashing Pumpkins más rotundos (“i’ve seen the world upon a thousand dreams, your eyes are one that can’t see what it means”) los puede encontrar aquí. Por otro lado, Being Beige representa muy dignamente su vertiente más pop, la de canciones como Tonight, Tonight, apoyada en guitarras acústicas y un riff de piano muy esperanzador, que contrasta con el mensaje de desamor de la letra (“cherry blossom, this is goodbye/come here lately and you fly”).

En un álbum dominado por un tierno romanticismo, vuelven a aparecer como siempre títulos con nombres propios como Anaise!, con un pegajoso bajo a lo Another One Bites The Dust de Queen. Esta canción marca el desarrollo del resto del álbum, más electrónico, en el que Billy Corgan se marca un update 2014 de su sonido. Su voz nasal sigue sonando reconocible y personal, pero si no podríamos hablar de la eufórica Run2Me como una canción del Hot Fuss de The Killers. Salvando el himno juvenil One And All, atravesamos una especie de Adore menos agorafóbico dieciséis años después.

La recta final muestra una mayor presencia de arreglos, melodías más serenas y una interesante introducción del new-wave en The Smashing Pumpkins, algo que se nota en Drum+Fife (lo más barroco del disco, pero para bien) o en el hitazo de Dorian, en la estela de The Cars o New Order, con los que giró Billy Corgan en 2001 antes de formar Zwan.

Cierra la contagiosa Anti-Hero, uno de los mejores momentos del guitarrista Jeff Schroeder en el disco pero que también juega acertadamente con sintetizadores, y Monuments To An Elegy se te ha pasado en un suspiro, a diferencia de otros álbumes de The Smashing Pumpkins que empachaban por su duración. Una vuelta a la buena forma, sin alcanzar las cumbres de Siamese Dream (1993) o Mellon Collie And The Infinite Sadness (1995), beneficiada por la inmediatez y la variedad de registros.

Juan Pablo Reig

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