Crónica de conciertos: Pony Bravo. Sala Loco Club, Valencia. 30-03-2019


Ver a Pony Bravo en acción sobre los escenarios siempre es una de esas experiencias que no dejan indiferente a nadie, y es que toda esa amalgama de estilos salpicados de acidez verbal es un ejercicio experimental que en directo cobra una mayor grandilocuencia si cabe, tal y como pudimos comprobar este pasado sábado 30 de marzo. Había ganas de verles de nuevo en directo, hacía 6 años que el cuarteto sevillano no nos deleitaba con nuevo y suculento material, y pese a que la banda ya hizo un pequeño adelanto de sus nuevos temas en mayo del año pasado, en una visita que pasó casi desapercibida entre el público valenciano, esta vez regresaban a nuestra ciudad para la presentación oficial de su nuevo disco “Gurú” colgando el cartel del Sold Out en la Sala Loco Club.

23h30 de la noche, Pony Bravo entraba en escena ante una sala abarrotada y expectante, sorprendía la ausencia de Javier Rivera, normalmente a los mandos de la batería, aunque aparecía un nuevo fichaje para el directo, Raúl Pérez, responsable del estudio de grabación La Mina, lugar en el que Pony Bravo ha grabado su último álbum.

Un tema poco prodigado en sus directos fue el encargado de abrir la velada, y así, a modo de preludio sonaron los sensuales ritmos dub de “Pumare-Ho!”, para luego dar paso a unos acordes que despiertan de inmediato la complicidad de la audiencia: el inicio de “Noche de Setas”, desatando el regocijo y los coros en la sala; sonó este hit con nuevos matices más acordes con la atmósfera del nuevo disco, con una mayor presencia del bajo y un sonido más etéreo a cargo de los teclados. Y entre tema y tema, las rondas de intercambio de instrumentos entre estos cuatro jinetes durante el concierto se fueron sucediendo, de modo que con nuevas posiciones a los instrumentos se abrió paso el nuevo disco mediante “Relax y Rolex”, un tema de aires ochenteros con unas bases muy new wave que destaca por su crítica mordaz a la corrupción de valores que viene dada desde la avaricia y el aburguesamiento, le siguió en la misma línea sonora “Casi Nazi” con un ritmo de base seco muy marcado sobre el que flotan unos primeros versos casi tribales. Tras estas primeras incursiones en el nuevo disco, rescataron una tríada de clásicos en su repertorio: “El Rayo”, “El Político Neoliberal” que contó como introducción una grabación sobre el presidente de Panamá, y su particular versión de la copla “La niña de fuego” mutando en un hipnótico “Ninja de Fuego”. Un recorrido más amplio a través de su último álbum nos llevó por la narcótica “Yerba Mala” envuelta en sonoridades más electrónicas y el magnetismo del bajo, derroteros por los que también transitó la sinuosa “Loca Mente” versioneando el popular tema de Las Grecas, y “Errores son Horrores” con un persistente ritmo electrónico que orbita sutilmente entre armonías de influencia árabe.

Pero si el concierto había estado navegando durante unos momentos por sonoridades electrónicas tan lisérgicas como apacibles, llegó Pablo Peña al micrófono con un tema que apunta a convertirse en el hit más bailable de Gurú, “Totomami”, un alegato femenista con una base de ritmos electrónicos muy en consonancia con el sonido Madchester de finales de los 80’ – principios de los 90’, al que se superponen unas voces que parecen invocar un aquelarre primitivo, casi una réplica musical al reggaeton más gañán; “El futuro es femenino y lo sabéis” concluía Pablo. Al toque de corneta salía “Rey Boabdil”, el tema con el que se acabó el itinerario a través de Gurú, ya que fue la irónica “Mi DNI”, uno de los grandes hits incluídos en su álbum de 2013 “De Palmas y Cacería”, la responsable de cerrar el concierto ante la incredulidad de los allí presentes, que nos habíamos quedado con ganas de mucho más, y es que los ánimos y las ganas de bailar del público se encontraban en la cresta de la ola, y mientras Pony Bravo se despedían abandonando el escenario, se escuchaba entre la audiencia demandar “La Rave de Dios”. Afortunadamente estos amagos de despedidas son eso, amagos; de modo que como en un truco de prestidigitación, Pony Bravo volvieron al escenario para empezar con los bises de la mano del surrealismo de los “Salmos 52:8”, convocando un final de fiesta por todo lo alto bajo el umbral de las danzas moriscas a cargo de la “Zambra de Guantánamo”, y un increíble in crescendo para entrar en trance con “La Rave de Dios”, que desencadenó más baile y euforia colectiva. Y así, con los deberes bien hechos, Pony Bravo se marcharon del escenario, esta vez ya sin trucos.

Un setlist bien seleccionado que dió para presentar las nuevas sonoridades de su último disco, más atmosféricas y con múltiples matices para degustar, y disfrutar de algunos de los temas más ácidos y aclamados de su discografía, aunque ya empiecen a echarse de menos algunos temas pretéritos dentro del repertorio. No obstante, para nuestra fortuna, estos cuatro sevillanos siguen atrapándonos con sus nuevos temas, explorando nuevas sonoridades pero manteniendo su esencia.

Texto: Patricia Alambiaga

Fotos: Javier Terrádez

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