Crónica de conciertos: Lydia Lunch & Marc Hurtado. 16 Toneladas, Valencia. 23-10-2021


Con motivo de la clausura del festival de cine de la Mostra de Valencia, se celebró en horario de tarde/noche en 16 Toneladas el concierto de Lydia Lunch y Marc Hurtado interpretando temas del legendario dúo neoyorquino Suicide, ya que Hurtado impartió una masterclass en la Mostra y se proyectó su film “Infinite Dreamers”, un retrato de Alan Vega y Martin Rev. Primer concierto para un servidor tras relajar las restricciones en salas con el público de pie, solamente con mascarilla, en lugar de las mesas y sillas que se habían convertido en habituales de locales de conciertos, y un aforo que permitía el 70% de capacidad. Las entradas se agotaron casi el mismo día que aparecieron y una vez que las restricciones se levantaron, hubo ampliación de aforo que permitió mayor asistencia de público.

Puntuales a su cita aparecieron sobre el escenario Marc Hurtado y Lydia Lunch, quienes habían colaborado con Suicide y Alan Vega en conciertos y discos (y ambos en el álbum “My Lover The Killer”), re-interpretando temas de Suicide con ritmos crudos y violentos, no aptos para todos los públicos. Esencialmente realizaron el mismo set que hace dos años en el Tagomago Fest Vol. 5, aunque más comedidos que en aquella ocasión, ya que no hubo rotura de copas de vino. Lunch lanzaba sus palabras medio recitadas, medio cantadas, sobre dos micrófonos, bebiendo vino blanco de su copa, mientras Hurtado manejaba tres reproductores de CD y una mesa de mezclas, oculto tras sus gafas de sol y haciendo gestos de disparar al público con sus manos mientras sonaba “Bang Bang”, del disco que publicó junto a Vega titulado “Sniper”.

Lydia Lunch se apoyaba en los dos micrófonos cantando los temas, entornando los ojos, dejándose llevar por el maremagnum sónico de Hurtado, que daba golpes de pecho y gritaba fuertemente “War” en dicho tema, otra de sus colaboraciones con Vega. Mirando al público a la cara de manera provocadora, Lunch paseaba por el escenario interpretando “Jukebox Babe” o la inevitable “Ghost Rider” ralentizando el ritmo, deconstruida, de ritmos repetitivos. Por último, una versión extensa de “Frankie Teardrop” repleta de sonidos guturales fue la que cerró este espectáculo visceral en el que reinterpretaron el repertorio de Suicide de forma respetuosa pero también apocalíptica.

Texto y fotos: Carlos Ciurana

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