Hay canciones que nacen para reemplazar a los himnos institucionales. Pablo Und Destruktion, que lleva en silencio discográfico desde hace más de dos años, con aquel “Predación” de 2017, ya tiene preparado el que será su quinto álbum de estudio (o sexto, si contamos el álbum en directo), “Futuros valores”, que verá la luz a través de Humo Internacional en las primeras semanas de 2020, y que preestrenó en directo el pasado fin de semana en un concierto en Madrid con todas las localidades agotadas.
Pero, antes, presenta “Gijón”, una adaptación libre del “Ámsterdam” de Jacques Brel; y, a su vez, un himno alternativo a la ciudad en la que creció. En este primer adelanto del que será su nuevo disco, el asturiano presenta una elegía en la que pasa revista, ironiza y analiza el pasado y el presente de un Gijón que ya no reconoce. El propio Pablo Und Destruktion comparte unas palabras sobre la canción.
“Hay un fantasma que camina por las calles de Gijón todas las noches. Antes se mezclaba entre la juventud, les poseía y les hacía cometer todo tipo de deliciosos malentendidos. Ahora va solo. Triste y solo. Gijón no existe. Barcelona no existe. España no existe. Ya solo existe el fantasma. Y está triste y solo. Porque nuestras ciudades se han convertido en centros comerciales, nuestras iglesias se han convertido en museos y nuestros bares, nuestros amados bares, ahora son guarderías de adultos. Y es eso o el abandono. Lo tomas o lo dejas. En Asturias preferimos el abandono. Aún nos queda un poco de dignidad.”
Entre recuerdos a “marinos”, “pescaderas”, “macarras” y “putas en los burdeles”, también recuerda al mítico actor Enrique Rambal, transformista asesinado en la ciudad en 1976, y al que dedica frases como: “por el puerto de Gijón, ahí andaba Rambal / Por las noches de hembra, por el día chaval / Bromas, sexo y delito, verdadera bondad / Mucho más que un marica, un héroe nacional”.
Todo esto para resolver este nuevo himno con una frase que resuena a manifiesto en la voz de este cantautor atávico: “¡Que se muera el civismo y viva Cimadevilla”. A lo que solo podemos añadir: AMÉN.
