Tachenko publican nuevo álbum, «Las discotecas de la tarde»


Los zaragozanos Tachenko publican su nuevo álbum, «Las discotecas de la tarde», el mejor disco de pop que podremos escuchar en bastante tiempo.

«El secreto más valioso», por Roberto Herreros

En una preciosa crónica de un concierto de Tachenko al aire libre en El Prat de Llobregat, el periodista Nando Cruz escribía que ese día los asistentes no tenían nada mejor que hacer que escuchar a «uno de los mejores grupos de pop de todos los tiempos». No exageraba. Seguramente hoy existan muy pocos grupos con las coordenadas del quinteto zaragozano (pop de guitarras, unas veces más clásico, otras más psicodélico, en ocasiones incluso bailable) que les hagan sombra. Que sigamos tendiendo a confundir solemnidad con sustancia puede ser una de las razones que expliquen por qué todavía tan poca gente lo sabe.

El escritor Kiko Amat afirmaba que el pop también tiene secretos valiosos. En el caso de Tachenko no es difícil imaginarse en un futuro a un número considerable de personas aficionadas a la música lamentándose por no haberlos disfrutado en su momento. Ese momento es ahora, y no es cualquier momento: Tachenko tienen una discografía envidiable, llena de canciones gloriosas y sin apenas pasos en falso, pero a partir de «El comportamiento privado» (Limbo Starr, 2015) el grupo empezó a ofrecer lo mejor de sí.

Ellos sostienen que entonces se sacudieron cualquier tipo de presión a la hora de encarar los discos. Su siguiente álbum, «El don del vuelo sin el arte hermano del aterrizaje» (Limbo Starr, 2019) –ya grabado, como «Las discotecas de la tarde» (Limbo Starr, 2021), en el estudio El Cariño de Mozota (Zaragoza)– afianzó lo que empezaba a vislumbrarse como una etapa extraordinaria. Todo encajaba y nada sobraba: canciones, ejecución, interpretación, producción… Si su próximo paso se mantenía en este eje, estaríamos ante un triplete imbatible. Y llegó Las discotecas de la tarde.

Tachenko explican que la pandemia condicionó el proceso de elaboración del disco. No pudieron ensayar las canciones en el local. Fue en el estudio donde el grupo fijó el rumbo que quería en cada canción con la ayuda de Edu Baos (ex miembro de Tachenko, actual bajista de León Benavente y productor del álbum), llevando a cabo un intenso trabajo de preproducción desde el principio. Una nueva forma de afrontar y grabar las canciones con la que se divirtieron, imaginándolas de diferentes formas y probando sin mirar el calendario hasta encontrar algo que funcionara.

El resultado tiene algo de desconcertante. Durante la pandemia el grupo escuchó a artistas como Chilly Gonzales, Matt Maltese, Richard Hawley, Andrés Calamaro, The Lemon Twigs, La Granja o The Carousels. También a la ELO, que se asoma en canciones como “Cuatro estrellas” o el corte que da título al disco, y que podrían enganchar sin problema a cualquier fan de Tino Casal o Dinarama. Sin embargo, lo primero que me vino a la cabeza escuchando «Las discotecas de la tarde» fue el «Third/Sisters Lovers» de Big Star, algo extraño porque no hay demasiadas similitudes estéticas con el grupo de Chris Bell y Alex Chilton. Pero recordé una frase del crítico César Estabiel donde exponía que «Third» era uno de esos discos que surgen por circunstancias incomprensibles, se graban en condiciones imprevisibles y se convierten en clásico de culto por su carácter irrepetible.

Las canciones de «Las discotecas de la tarde» toman forma en el periodo más distópico que hemos vivido, pero en este álbum Tachenko suenan más libres que nunca. “Mundo sensible” (“Vive en el jardín un hombre libre, / que morirá, que morirá si se lo pides”), con unas interjecciones rematando los estribillos que recuerdan a The Go-Betweens, es una de las mejores canciones que han escrito. “El brindador” (“En nuestras sociedades / no hay dos sábados iguales, / no hay comparación”) insiste en su constante, infructuosa y, por ello, fértil búsqueda de la melodía perfecta, aquí reforzada por unos teclados que podrían firmar Felt.

La emocionante “Oso de Plata” (“Poca gente está segura / con el agua a la cintura”) también se beneficia del piano de Diego Luis Grau “Pit”, nueva incorporación en Tachenko: “Creemos que nos libera a la hora de meter guitarras o arreglos innecesarios por miedo al vacío. Todo lo que hace tiene sentido. Tiene mucho instinto, sabe lo que funciona en cada canción”, afirman Sebas Puente y Sergio Vinadé, compositores principales del grupo.

“Hoy me dices que ya / no sales más, / que la vida cambió / y la vida se va”, cantan en “Miedo me dan”, arrullados de nuevo por el piano de Pit, y en sus persistentes apelaciones a la vida y la muerte vuelven a convencerte de que lo importante son los detalles.

Pero no revelan la clave de su secreto hasta “Santa Fe”: “Esta canción es un imán, aunque no tenga solución”. También son un imán las discotecas de la tarde, esos espejismos de la edad que destruyen todo lo que hay. “Las discotecas de la tarde es donde no hay que entrar, lo que no hay que hacer”, aducen Sergio y Sebas.

Aún así, han entrado y lo han hecho, entregando el mejor disco de pop que podremos escuchar en bastante tiempo. Un disco atravesado de canciones vivas y magnéticas que cantaremos con ellos cada vez que lo pongamos y cada vez que los veamos en directo.

La condición de grupo de culto no tiene por qué significar una condena. Escuchar con atención «Las discotecas de la tarde» puede cambiar algo importante. Y es que no hace falta más esfuerzo para que el secreto mejor guardado de Zaragoza deje de serlo.

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