Crítica de disco: Coldplay – Ghost Stories 1


Coldplay

Ghost Stories

Parlophone 2014

coldplay

 

Cuanto tiempo llevaba sin saber de mi querida banda llenaestadios, esos arranques de epic-piano demoledores que han servido a tantos grupetes de pop (Imagine Dragons o The Fray deben saber algo del asunto de tanto rayar una y mil veces Clocks, por ejemplo), esos uuh-ooh coreables que abarcan ciudades enteras…Pues no tenía yo ganas ni nada a Chris Martin y compañía, aunque no para matarlos como parece que esté sucediendo.

A mi Coldplay (casi) siempre me han gustado, ellos me abrieron las puertas a muchos de mis grupos favoritos. Cuando surgieron lo que imperaba en el pop-rock británico era el intimismo de Radiohead, que grupos como Travis o los mismos Coldplay supieron suavizar y adaptar de manera brillante para todos los públicos. Parachutes (2000) y en especial el sobresaliente A Rush of Blood to the Head (2002) forman una colección de grandes canciones que llegaban desde su sencillez y, al mismo tiempo, buen gusto y pasión por la melodía.

Tampoco su mastodóntico viraje hacía U2 y los grandes estadios me pareció el fin del mundo; Coldplay se había convertido en la banda más exitosa del mundo, X&Y (2005) y Viva La Vida And Death And All His Friends (2008) ya no eran albums humildes e introspectivos; pero seguían conservando más o menos su esencia y un buen puñado de grandes himnos, como Fix You, Talk, Violet Hill o Viva La Vida. Pero faltaba un álbum por aparecer, el impronunciable Mylo Xyloto (2011), un colorido baño de multitudes (o más bien borrachera), con singles tan manidos como Paradise o aberraciones como esto, que si que parecía un tropiezo irreparable y mi alejamiento (casi) definitivo de ellos.

Ghost Stories, su sexto LP, no es lo que se ha vendido exactamente como una vuelta a los comienzos, al optimismo y a la calidez de Parachutes. Más bien es el típico disco oscuro post-ruptura, ahora que Chris Martin se ha separado de su mujer Gwyneth Paltrow; hasta el punto de haber delegado toda la labor compositiva en sus socios Will Champion (batería, coros), Jon Buckland (guitarras) y Guy Berryman (bajo). La tristeza y la nostalgia por la relación perdida invaden la mayoría de las letras, como en Always In My Head, donde Martin se abre con algo tan sencillo y a la vez tan desolador como “i think of you, i haven’t slept, i think i do, but i don’t forget”. Los sutiles arreglos electrónicos, la guitarra medio lánguida y los coros femeninos envuelven en vez de empalagar, primer acierto.

Seguimos en el camino con Magic, un single correcto (que no brillante) a medio camino entre la banda que fueron y lo que son ahora, va creciendo con las escuchas debido a su percusión relajante. Ink no me convence tanto como las anteriores, canción de toques orientales con bastantes trucos Made in Coldplay (falsete, guitarras acústicas muy melosas); aunque la que directamente es mejor pasar de ella es la llorica True Love, producida por Timbaland.

El buen gusto de la banda reaparece en la colaboración con Jon Hopkins, Midnight es un tema muy diferente a todo lo que han hecho hasta ahora, con un auto-tune muy contenido al estilo de Bon Iver, pero también emparentada con las ambientaciones de gente como M83 o Bjork, cuyo estallido electrónico a los tres minutos consigue ser intenso y minimalista al mismo tiempo. Another’s Arms es otra canción arriesgada y a la vez muy Coldplay, con unos coros un poco místicos como si fuera a entrar una canción de Enya, pero que mantiene el nivel alto junto con Oceans, que quizás sea el momento más old school del disco.

A Sky Full of Stars es el momento polémico del álbum, producida por Avicii y concebida por y para el verano. La canción es un pegote eufórico (muy parecida al We Found Love de Rihanna) en medio de un disco taciturno y le hubiera sentado mejor estar en Mylo Xyloto, pero tampoco está tan mal, y desde luego podía haber caído en manos peores. Pero para todos los que decidan saltársela, el disco guarda aún un bonito cierre, O, un notable mano a mano entre Chris Martin y el piano.

Ghost Stories es una oportunidad para todos aquellos que han renegado en los últimos tiempos de Coldplay, y que podría haber sido mejor de haber incluido Atlas, relegada a banda sonora de Los Juegos del Hambre: En Llamas. Apagado, pero con ciertos giros de agradecer en una banda de su tamaño; es un pequeño paso adelante en la conquista de la canción, tal vez ahora que parecen agotados de conquistar listas de éxitos.

Juan Pablo Reig


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