Crítica de discos: Vaquero Caballo – «Prisión Paraíso»


Vaquero Caballo
“Prisión Paraíso”
Autoeditado – 2018

Hace unas semanas, mi amigo Quico me entregó el segundo disco de Vaquero Caballo, banda alicantina en la que milita Joan Lorenzo, amigo común desde que comenzó en The Crashed Bones y que luego formó parte de Oh, Libia! Tras un primer álbum de título homónimo y rock de sonido crudo, Vaquero Caballo en este segundo “Prisión Paraíso” (edición limitada en vinilo de color rosa) han tomado una dirección más pop, quizá debido a la incorporación de Iván López Rubio, encargado de los teclados, que junto a Tristán Rico (guitarra y voz), Joan Lorenzo (bajo y coros) y Pablo García Mora (batería y coros) completan la formación actual de la banda.

Ese sonido pop brilla con intensidad desde el primer corte, “El Campello”, un instrumental de aires tropicalistas, referente a la localidad alicantina próxima a la capital, famosa por sus playas, de ahí ese sonido refrescante. La canción titular del álbum, a pesar de ese inicio desconcertante que parece desacompasado, cuenta con una melodía exquisita para ser cantada a voz en grito. Igual que en “Dimensiones”, como si la banda Cuello estuviera poseída por el espíritu del pop, por poner un ejemplo. “Mejor menos” empieza de forma tranquila, con unas líneas de bajo que sobresalen de la melodía, para terminar en el último tercio en una galopada instrumental in crescendo.

“Rompecabezas” es otro instrumental de aires cálidos, una pieza breve (de apenas tres minutos) que sirve para marcar el meridiano del disco, seguida por “The New Juan Ramón” (¿un guiño a The New Raemon?), quizá la mejor composición del disco, con unos coros a cargo de Jessica Ruiz, en la que sobresale el riff de guitarra que aparece a mitad del tema, altamente adictivo. En “Factor frescor” podemos establecer otro paralelismo entre Cuello, quizá por las inflexiones vocales de Tristán que recuerdan a las de José Guerrero. “Mentiras” es otra de las destacadas, con un ritmo que va subiendo paulatinamente de revoluciones, llegando a un final apoteósico. Otra instrumental de aires sabrosos es “Vengo del Caribe”, cambiando de ritmo a mitad del tema y acelerando la canción. Finaliza el álbum con el ritmo pausado de “Interestelar”, un cierre ideal para un disco que sorprende por su frescura no exenta de potencia.

Carlos Ciurana

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