Crítica de discos: The Libertines – Anthems For Doomed Youth


The Libertines

Anthems For Doomed Youth

Virgin Emi Records 2015

Libertines

 

«I know you lie, i’m still in love you», en aquellos días de drogas y separación, era premonitoriamente cierto. El puente de Can’t Stand Me Now avivaba un despecho romántico entre los dos jovenes tripulantes de The Albion, pero pese a todo también una esperanza de amistad en medio del naufragio. Y eso es lo que The Libertines fue siempre, una alocada amistad, casi un obsesivo primer amor.

Pese a ofrecer algunos buenos momentos por separado, ni Babyshambles, ni Dirty Pretty Things (tampoco unas ínfulas de Sid Vicious moderno que afortunadamente parecen dejadas atrás) han llenado lo suficiente a Pete Doherty y Carl Barat. Convencidos de que juntos suman más, y tras un par de giras en 2010 y 2014 donde han recuperado las sensaciones junto a Gary Powell y John Hassall, llega al fín su nuevo trabajo de estudio Anthems For Doomed Youth.

Producido en Tailandia para facilitar un proceso de rehabilitación de Doherty, este tercer álbum reúne algunas sesiones de Up The Bracket en adelante, pero con un oficio más mesurado. Aún pueden sonar enérgicos, como en Barbarians, donde celebran estar de vuelta («all i want is to scream too loud, and have it up with a mental crowd»), o más adelante en Fury On Chonbury, dotada todavía de ferocidad animal.

Pero también suenan algo más atrevidos, como en el divertido single Gunga Din. Inspirado en el poema de Rudyard Kipling, es un reagge de andanadas alcohólicas y desventuras del ayer, la vuelta de tuerca a esos sonidos The Clash que siempre les han gustado, y que también estaban presentes en el reciente Carl Barat And The Jackals. Los coros suenan juveniles y alegres, como si nunca se hubieran ido. Estos nuevos Libertines limpios han pulido su sonido y siguen sonando frescos en temas como Fame And Fortune, un paseo pop-cabaret por los días de vino y rosas («like tin soldiers responding to the call, to Camden we will crawl») bajo la perspectiva crítica de los Kinks, que ya justifica por sí sola una escucha al disco.

El peaje de esta limpieza es una abundancia de baladas que habrían empastado mejor en los trabajos de Doherty y Barat en solitario. Me gustan Anthems For Doomed Youth, a cargo de Carl Barat y a medio camino entre Pulp y el Kiss Me de Sixpence None The Reacher, y You’Re My Waterloo, en la que el tono tierno y a la vez derrotado de Pete resulta conmovedor; pero no me convencen The Milkman’s House o la discreta Iceman que no es más que una reedición de Music When The Lights Go Out con algún punteado suelo medio western. Suerte que el tracklist no decae y está bastante compensado con canciones como Heart Of Matter, un himno punk-rockero con cierto deje Smiths, o la festiva Glasgow Coma Scale Blues justo antes de cerrar con el ambiental piano cinematográfico de Dead For Love.

The Libertines nunca inventaron nada, pero si continuaron la larga estela de prohombres del pop-rock británico y abrieron el camino a bandas como Arctic Monkeys o The Vaccines. Anthems For Doomed Youth es un buen retorno, un motivo de celebración por que los Likely Lads estén de vuelta y vivos para contarlo.

Juan Pablo Reig

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